La maratón de Viena

Meses entrenando, convenciéndome de que el frío es psicológico, corriendo sobre nieve a menos muchos grados... y al fin el día D llegó. Las últimas dos semanas se habían hecho eternas, apenas corriendo, guardando energía para el día de la carrera.

Como trabajo en el aeropuerto, a partir del miércoles se empezaban a ver los primeros deportistas aterrizando en la ciudad. Compartí el tren con dos chavales de orígen nigeriano que venían desde Londres para correr en Viena.

El fin de semana de la maratón empezó el viernes, cuando recogí a mi hermana de la estación de autobuses, que llegaba desde Polonia para animar. El sábado por la mañana llegaban mis padres.
Tras dejar el equipaje, nos dirigimos a la feria para dar una vuelta, recoger los dorsales (el de maratón para mí y el de media para mi padre) y palpar el ambiente.

En la feria regalaban fruta, muesli, yogur... apenas probé bocado, en parte por los nervios y por miedo a que algo me sentara mal. Nos metimos el último atracón de pasta y disfrutamos del buen tiempo en el Bunkerei, un descubrimiento reciente junto a casa:

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Bunkerei by scottpartee on Flickr.

La tarde empezaba a caer, así que decidimos ir a casa, estar tranquilos y hacer bondad yendo a la cama temprano. Pedimos schnitzel online, probablemente no es la mejor cena pre-maratón, pero mis padres tenían que probar este elaboradísimo plato vienés.

El despertador sonó a las 5.45. Me levanté de un salto y preparé el desayuno: café con leche, muesli, yogur y un poco de fruta. El desayuno habitual de cada día. Ya me habían advertido: nada de inventos.
A las 6 y poco ya estaba desayunado y preparado para empezar a ponerme nervioso hasta las 7.45 que teníamos previsto salir de casa.

El metro iba hasta los topes y aunque íbamos un poco despistados por ser nuestro primer evento de estas dimensiones, sólo hacía falta seguir los ríos de gente que caminaban hacia la salida.

Wien Marathon Start 2013
Wien Marathon Start 2013 by Swedish Girls on Flickr.

Teníamos una hora por delante y los minutos pasaban a paso de tortuga. Solamente queríamos escuchar el disparo y empezar a correr. A las 9 empezó la salida para los pros, lo que nos daba 10 minutos para empezar nuestra propia aventura.

El ambiente se empezó a encender (más aún si cabe) y la gente empezó a trotar hacia delante. Los pelos de punta, el pulsómetro a 150ppm sin apenas movernos. Al trote nos despedimos de la familia y unos metros más adelante pisamos al fin la primera banda para medir el tiempo.

_MG_1111
_MG_1111 by harald_nistelberger on Flickr.

Los primeros kilómetros eran una verdadera marabunta y tenías que tener cuidado de no pisar al que tenías delante. Pudimos ir charlando, calentando a ritmo suave hasta el km 3, donde mi padre y yo nos separamos ya que yo tenía en mente rodar a 5:10 para hacer sub 3h45min en mi primera maratón. Los km iban pasando bastante fácil. La gente, el ambiente y el día de sol que había salido me plantaron en la media maratón sin sufrir demasiado.

Vi a mi familia por última vez alrededor del km 20. La logística de una maratón donde hay dos personas que corren (a ritmos distintos) es bastante complicada. Habíamos quedado en el km 30, para darme un empujón si las fuerzas y la moral habían mermado para entonces. Pero no pudo ser.

Street life around the Vienna City Marathon
Street life around the Vienna City Marathon by marcelleitner bilderleben.at on Flickr.

Tras el km 20 empecé a planear la nutrición. Llevaba dos geles GU y un paquete de gominolas (GU Chomps). A partir del km 5 empecé a tomar una gominola en cada avituallamiento. Aunque este sistema ya lo tenía probado, lo cierto es que ese día no me sentaron demasiado bien y a cada gominola notaba un retortijón que terminaba en aire expulsado (ya lo siento por los corredores que iban detrás mío...).

En el km 25 me tomé un gel. Al ser de absorción lenta, calculaba que tardaría de 3 a 5 km en notar los efectos y que me durarían hasta el 32 o 33. Y ya en este punto decidiría cómo iba de fuerzas para tomar el siguiente.

Llegué al km 30, 31, 32 y no vi rastro de mi familia. Supuse que bien iban tarde o que no habían podido llegar al punto acordado. Así que no había más cojones que auto-motivarse y seguir corriendo.
A partir del 32 empezó el verdadero infierno. Aún con 10 km por delante las fuerzas empezaban a escasear y el calor hacía mella.

Fui aguantando el ritmo intentando hacerme regalos mentales. Tras otro km a 5:15, 20 segundos trotando a 5:40, por ejemplo.
De repente vi una bandera gigante de España en el km 37: eran unos amigos que habían ido hasta allí para animarme en los km más duros. La novia de un compañero empezó a correr a la par durante unos metros y esto fue la luz al final del túnel.

Me planté en el 38 con la moral a 120%: lo peor ya había pasado. Ya sólo quedaban 3 más: para el último no hace falta guardar fuerzas.

_MG_1088
_MG_1088 by harald_nistelberger on Flickr.

A medida que se acercaba el final muchos corredores paraban en seco y empezaban a estirar. Varias ambulancias estaban atendiendo a aquellos a los que les había dado una pájara. Llegados a este punto tienes que obligarte a mirar hacia delante y a convencerte de que tú estás bien.

El final estaba cerca. La gente ya gritaba "sólo uno más!". El cansancio dejaba paso al éxtasis y a la emoción, sintiendo que aquello por lo que había entrenado tanto y tan duro estaba a punto de suceder.

Con la marca del 42 pasas por debajo del arco imperial del Hofburg, aguantando la respiración y apretando el culo para controlar la emoción y no romper a llorar. De repente divisé las banderas de España y Cataluña en la tribuna: mi familia estaba allí.

Los últimos metros se recorren sobre una moqueta amarilla. Se la podrían ahorrar porque si te fijas bien, puedes ver a la gente levitar.

Este soy yo entrando a meta y saludando a la grada:

Wien Marathon
Wien Marathon by Swedish Girls on Flickr.

Al final 3 horas 46 minutos. Contento con el resultado. Sospechaba que era capaz. Ahora tengo una medalla que lo atestigua.

El track en Strava:

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